LA HUACA DEL PERRO NEGRO

Eran las 6 de la tarde, cuando don José recorría la finca de su padre llevando el ganado al corral que estaba cerca al patio de la casa. La finca era grande así que le faltaba camino por recorrer. En medio del camino tenía que pasar una casa que ya estaba en ruinas, y que mucho tiempo atrás había sido la casa de sus abuelos; Las ruinas de aquella casa eran conocidas como la casa blanqueada.
Cuando don José pasaba por la casa, en una de las tapias que todavía quedaba en pie, se encontró un perro de color negro de gran tamaño parecido a los pastores alemanes de hoy en día, pero más grande. De orejas levantadas, un gran hocico entre abierto que dejaba ver sus filosos dientes y unos ojos casi rojos perturbadores como si fueran las puertas del infierno. Don José se asustó, pensó que el perro en cualquier momento iba a dejar el estado de quietud en el que se encontraba y lo iba a atacar por la forma en que mostraba sus dientes, así que el sin perderlo de vista hecho a arrear a sus vacas y se alejó rápidamente.
Una sensación de inseguridad e incertidumbre recorrió su cuerpo no sabía que pensar pues nunca había visto a aquel perro por estas zonas, además cuando regreso a mirar desde lo lejos el perro ya no estaba. Pero pensando que podía ser algún perro de otra vereda se tranquilizó y sin más siguió su camino.
Llego a casa, encerró al ganado en el corral y entró a la cocina para cenar, mientras comía relato lo que le había pasado en la casa blanqueada y todos concluyeron lo mismo. Que seguramente era algún perro que había llegado extraviado de alguna vereda lejana. Aunque uno de sus hermanos dijo que posiblemente podría ser una huaca escondida por su abuelo en las afueras de la casa blanqueada.
Pasaron los días y hasta la casa donde vivía don José llego a visitarlos un amigo de la familia que, entre charla y charla, llego a la conversa de las huacas y de las riquezas que estas guardan. También habló de sus protectores malévolos que las guardan celosamente. Don Felimon empezó a hablar sobre algo que llamo la atención de todos los oyentes. La historia empezaba así.: “don Felimon que vivía alejado de la carretera, un día como muchos otros se disponía a salir a la carretera a esperar el carro que va desde córdoba hasta Ipiales. El que pasaba como a las 4 de la mañana por donde él vivía, mientras caminaba pudo distinguir a lo lejos una llama que ardía sin parar, sintió mucha curiosidad así que agudizó su vista y trato de distinguir de que se trataba. Después de dar algunos pasos más se quedó asombrado al ver que lo que miraban sus ojos era realmente extraño ya que era una llama que salía de la raíz de un árbol de eucalipto y de allí se elevaba unos tres metros en el aire y caía cerca de la casa blanqueada. Don Felimon se quedó observando por algunos minutos hasta que este fenómeno dejo de suceder, y el carro que él esperaba ya se acercaba por la curva”. Así don José y sus hermanos se convencieron que estaban en presencia de una huaca.
Después de hacer algunos arreglos, preparar palas, picos, palendras y lo más principal un hombre que era el que iba a buscar la ubicación exacta de la huaca que comúnmente era conocido como huaquero. Estos hombres utilizaban para hallar las huacas unas barrillas construidas con metales especiales y bendecidas con rituales antiguos que les otorgaban poderes místicos. Pero, aunque buscaron por algunos días en la zona no encontraron un huaquero así que decidieron hacer la búsqueda personalmente. Aunque buscaron y buscaron, durante una semana no encontraron nada.
Pasados los días por casualidad don José paso por la zona donde habían hecho los huecos cerca del eucalipto y para su asombro noto que habían hecho otro hueco pero que este era diferente, cerca de llegar al fondo se desprendía una especie de cueva donde se podía notar que habían sacado una gran olla. Totalmente desconcertado corrió a contar la noticia a su casa y aunque se hicieron averiguaciones nunca se llegó a saber quiénes se habían llevado la huaca.
Fin.