LA HUACA

Cuentan los que saben y saben los que dicen, que hace ya mucho tiempo, en los tiempos en que los caminos eran recorridos por caballos y mulas en vez de autos, en el que los cielos estaban llenos de aves y no de ruidos estrepitosos de aviones, en el que los bancos para mantener seguro nuestro dinero todavía no hacían su aparición por estas tierras; y la tradición de guardar el dinero debajo del colchón aun no existía, comienza esta leyenda.
Un hombre muy rico, dueño de algunas de las mejores tierras de la región, además de ganado, caballos y hermosas joyas, y se sospechaba que guardaba monedas de oro y plata. Pero mantenía su fortuna muy bien oculta. Entre sus extravagantes posesiones destacaban dos cajoncitos hechos de madera bellamente tallada con figuras de aves en el frente y detrás, arboles al lado y lado cuyas raíces se metían en fondo de los cofres, también tenían unos trocitos de cuero de toro en la tapa. Los había hecho el mismo pues, aunque no era su profesión, el trabajar con madera esa su actividad favorita en sus años de vejez, cuando sus amigos le preguntaban por qué decoraba tanto esos cajoncitos, él en medio de una carcajada respondía … ¡porque estos dos cajones son para cuando me muera, en uno meterán mi cuerpo y en el otro meterán mi alma!…
Pasados los meses las historias de que en el patio del señor Valerio se podía ver una serpiente de color verde tranquilamente envuelta debajo de unas matas de cartucho, se hacían más comunes entre los vecinos, era un secreto a voces que todos asumían como suceso extraño o acusaban a sus portadores de carecer de buena visión ya que en estas tierras las serpientes no pueden sobrevivir por el frio.
Por casualidad o asar del destino, uno de los vecinos el cual fue la principal fuente para que esta leyenda naciera, pasaba por el camino que estaba enfrente de la casa y decidió pasar a visitar a su amigo. Al llegar a la esquina que conduce al patio, al asomarse se detuvo por un momento porque noto que don Valerio estaba solo, sentado en el patio; a uno de sus lados estaban los dos cofrecitos, y al frente de él, esparcidos en el suelo había monedas de plata, y diagonal a las monedas estaba una bolsa de cuero donde parecía se guardaban los cofres, sobre esta había un hilo grande de color verde con la que se amarraba la bolsa. Sin más el vecino puedo conocer el fulgurante amor por el dinero de don Valerio que contrastaba con la pálida sombra del amor que sintió por otros.

Tras su muerte sus herederos, al oír la historia empezaron a cavar por todo el patio buscando la fortuna de su padre, pero nunca la encontraron. Se dice que la huaca se volvió maldita y que en ciertos días y ciertas horas se puede ver una gran llama que arde en medio de la nada ya que la casa tiempo después se derrumbó por completo.
Fin.