EL CARRO DEL INFIERNO
Hace ya algunos años cuando yo era joven vivía con toda mi familia en una casa que esta por allá abajo llegando al rio Guáitara, mi familia tenía una tiendita, donde lo que más se vendía era el chapil que nosotros traíamos de por allá de San Juan. La pieza donde se atendía a los clientes era la más grande de la casa, en una esquina había un estante hecho de madera donde se sentaba mi hermana que era quien casi siempre se encargaba de la tienda, en otra esquina estaba una vieja vitrina donde se colocaban algunas golosinas. En el centro el cuarto tenía unas cuentas mesas de madera mal pulida con sus respectivas sillas, en otro de los lados de la pieza estaba una vitrola, que servía para poner un ambiente alegre al cuartucho.
A pesar de que en aquellos tiempos las casas estaban bastante alejadas unas de otras, los vecinos siempre pasaban por ahí para tomarse un buen hervido y compartir un rato con los amigos así que siempre había gente entrando y saliendo de la casa. Casi toda la gente conocía a mi familia y mi familia conocía casi a toda la gente. La tienda se cerraba a eso de las 8, así que a esa hora todos se iban a sus respectivas casas. Cierto día después de cerrar, como de costumbre todos los de la casa nos encerramos en la cocina, mientras nos abrigábamos con el rescoldo de la hornilla, hablamos de diferentes y muy animadas cosas, mientras estábamos ahí sentados sentimos como si alguien viniera acercándose por el camino que pasa por frente de la casa, todos nos preguntamos sobre quien podría ser a esa hora, pero mientras hablábamos las pisadas se hicieron más fuertes y siguieron en dirección a nuestra puerta.
Se escuchó que tocaron la puerta de la tienda y después una voz dijo –doña Maruja soy yo Panfilo, no me reconoce, ábrame la puerta que se me hizo de noche—mi mamá y todos los que estábamos ahí reconocimos de inmediato la vos de uno de los vecinos, así que salimos a abrirle para que nos contara en que podíamos ayudarle. Apenas mi mama abrió la puerta pude ver la cara de susto de aquel pobre hombre, estaba medio pálido y un poco agitado. Sin perder tiempo y sin pedir permiso entro al cuarto por un ladito de mi mamá. –perdone que la moleste vecina, pero es que ya está de noche y ahora esta como peligroso, entonces para rogarle que me haga quedar—dijo el hombre en señal de súplica. Mi mamá al notar eso le preguntó acerca de que fue lo que le paso y le ofreció un café para que se calentara, él se sentó y dijo es que me encontré con el diablo.
“yo venía de pueblo, tuve que ir hacer un negocio por allá y se me hizo tarde, pero pensé que si camina rápido iba llegar a buena hora a mi casa, resulta que después que deje ya las ultimas casas del pueblo se me oscureció, a pesar de que todavía no eran las 7. Cuando yo venía a todo andar por esas curvas de san juan chiquito, un poco más acá bajo, detrás de mí sentía como que venía un carro. Cuando yo regrese a ver, mire como los focos del carro iluminaban la carreta, pero venia todavía bien arriba así que continúe caminado –ya me ha de alcanzar más abajo- pensé. Seguí caminado y las luces del carro me seguían, pero no me alcanzaba. Llegué al camino viejo que no era para carros sino un camino de a pie y por ahí me metí porque era más cerca. cuando yo llegue otra vez a la carretera el carro se me enderezo por una parte donde no había carretera, ni camino ni nada, por en medio de los árboles se miraba la luz como iba bajando con un ruido tremendo pero sin tumbar ningún árbol, yo no supe que hacer me dio mucho miedo, pensé que ese carro me iba llevar al infierno y como pude eche a correr, me metí por en medio de unos maíces para llegar acá más rápido, pero cuando yo iba abriéndome paso por el maíz, mire que el carro se iba por ese despeñadero que cae al rio Tescual a toda velocidad y las luces iban cayendo al rio y después de un ratico todo quedo en silencio”.
En ese momento sentimos un poco de temor aun sin tener razón para ello, algo siniestro había pasado esa noche y nuestro cuerpo lo presentía, después seguimos hablando de lo ocurrido de como los espíritus existen de verdad y de cómo el alma de los muertos muchas veces permanece en este mundo, fue entonces cuando alguien mencionó que a lo mejor el carro que persiguió a nuestro vecino fue el de un señor que hace ya muchos años se derrumbó justo por ese mismo lugar y donde de los 4 ocupantes solo uno sobrevivió, el resto murió en el trágico accidente.
Fin.